Canfranc es una villa del municipio de la Jacetania, en la provincia de Huesca. Es un paso fronterizo entre España y Francia; contrabandistas, espías y fugitivos utilizaban este medio para transitar a través de sus montañas.
Por ser punto fronterizo, Pedro IV, en el siglo XIV, le concedió el privilegio del vino que consistía en poder transportar vino blanco y tinto sin pagar impuestos.
Más tarde, María de Castilla en el 1440 le dio el derecho de rota que les obligaba a defender el camino a la frontera, a cambio de la exención de impuestos y el cobro de derecho de peaje y aduana.
Sin embargo, lo más conocido del pueblo es su estación, un edificio admirado por todo el mundo y catalogada como monumento el 6 de marzo de 2002.
La estación de Canfranc fue pensada para unir Francia y España en un convenio que firmaron ambos países en 1904 y 1915. En 1923 se iniciaron las obras de la estación con el proyecto de Fernando Ramírez de Dampierre, aunque hubo algunas modificaciones por parte de los ingenieros del Ministerio de Fomento, que querían cambiar la mampostería de las fachadas.
El 18 de julio de 1928, el rey de España, Alfonso XIII, inauguró el nuevo edificio junto con el presidente de la República Francesa, Gastón Doumergue.
Es una estación de gran dimensión porque reunía en un mismo espacio las necesidades de un paso internacional con elementos desdoblados, como taquillas, oficinas de ambos países, comisarías de policía, correos, telégrafos, enfermería, hacienda, cantina, restaurante, aduanas de ambos países, cambio de monedas etc…
Los letreros están en español y francés porque había dos mitades y la propia estación funcionaba como frontera de ambos países.
En 1931 hubo un incendio que ocasionó daños importantes a la estructura. Durante la Guerra Civil fue clausurada para evitar entradas desde Francia.
Durante la Segunda Guerra Mundial se prohibió el tráfico de viajeros y la parte francesa fue ocupada por el ejército nazi, que tuvo algunos roces con la parte española.
Según cuentan personas de aquellos tiempos, por Canfranc pasaban los trenes que llevaban wolframio a Alemania y, a cambio, España recibía 12 toneladas de oro y 4 de opio (en un año).
También transcurrían trenes llenos de latas de sardinas, naranjas… de los que intentaban sisar algo para ir resistiendo. Y así no pasaron hambre como en el resto del país.
Cuando se derrumbó el puente del Estanguet, el 27 de marzo de 1970, debido al descarrilamiento de un tren de mercancías, se clausuró la comunicación con Francia.
Aunque a lo largo de los años se ha intentado recuperar la conexión, a día de hoy todavía no se ha conseguido.
Los servicios ferroviarios actuales de Renfe unen Canfranc con Zaragoza con dos itinerarios diarios de ida y vuelta. Hay un autobús que enlaza Canfranc con Bedous.
Debido a su situación estratégica, durante la Segunda Guerra Mundial el jefe de estación Albert Le lay se jugó la vida albergando a judíos a los que intentaba pasar al otro andén para poder tomar un tren a Lisboa, pero algunos no tuvieron suerte y fueron atrapados por la Gestapo y recluidos en campos de concentración españoles.
Los nombres de Albert Le Lay y su suegro, Víctor Fairén, que le facilitó la huida, han quedado para la historia y en la novela «Volver a Canfranc » de Rosario Raro se explica claramente todas las dificultades que tuvieron ayudando a huir a judíos a fin de que no cayesen en manos de la Gestapo.
Es una estación muy original y el trayecto en tren, fabuloso, con unos paisajes fascinantes. Vale la pena llegar a Canfranc para disfrutar, aparte de la estación, de todo su patrimonio histórico como la iglesia parroquial de la Asunción, el Fuerte de Coll de Ladrones, La torreta de los fusileros y restos del castillo medieval.
Y mientras tanto, os ofrecemos este novedoso documental a tiempo real desde Zaragoza a Canfranc. ¡Viajando desde casa!
En resumen, Canfranc es un pueblo precioso y su estación un monumento nacional. ¡No os lo perdáis!